sábado, enero 15, 2005

Nico

Nico creció con el signo de la muerte trazado en la cara. Huérfano, toda su vida la pasó en la Colonia Baja California por la calle San José del Cabo, en una vivienda constantemente llena de niños sucios pidiendo dinero, que al día siguiente parecía más desmadrada: adobe, madera y tierra, incluso después de la pavimentación de la colonia.

Nico se sostuvo no sé cómo, de cualquier cosa. En sus últimos años (llegó hasta los 16 o 17), trabajó en la zapetera de la esquina, empacando pañales, cargando y descargando trailers que corrían desde Tijuana. De ahí parece que empezó a comer bien, porque agarró cuerpo a fuerza de cargar las pacas y mucho futbol en la calle.

Pero la última vez que lo ví, tenía contados los días. Sucio, mal vestido, ya nomás subía y bajaba por la Jalisco y la San José, hacía guardia en la tienda del Benchi, la mirada fija, los músculos contraídos. Me pidió una lana, le dije que no tenía. Creo que fueron las únicas palabras entre nosotros. Quizás por el pleno día y por encontrarme justo afuera de mi casa, Nico simplemente se retiró a seguir buscando feria.

- Oye hijo, ¿ya supiste que mataron al Nico?
- ¿Qué?
- En la esquina del Benchi, antier...
Luego voy con mi carnal y le pregunto:
- Oye Javi, ¿por qué mataron al Nico?
- Lo mató un compa de él, otro morrillo más chico, el Tury. Antes se habían peleado y el Nico lo clavó, luego el Tury le llegó por la espalda con un cuchillo.
- Pero algo traía ya el Nico, yo lo guaché el otro día y andaba drogado, se veía peligroso.
- Guacha, hace como un mes trajeron PCP de Los Angeles, son unas pastillitas blancas, así de chiquitas...