lunes, diciembre 04, 2006

Universitarios

...así como dijo la compañera Esther, no necesitamos perder el tiempo convocando a más gente, que se vayan sumando sobre la marcha, termina diciendo Juan Carlos y cede la palabra a la Mickey Mouse de Silvia. Piénselo bien muchachos, así como lo plantean yo no le entro, si es aquí adentro de la Facultad sí, pero si no, no, yo no quiero tener problemas con Rectoría, si hacen borlote por fuera se van a meter en broncas serias, uniendo palabra con acción Silvia se retira, la reunión acaba en pocos minutos, quedan de verse al día siguiente con la propaganda lista y más información para discutir.

Juan Carlos tiene un amigo, Antonio y se dirige a su departamento en un barrio cercano al Campus, tras una breve caminata en solitario llega al lugar; el primer cuarto es de un verde aguacate y el segundo rojo coagulado, ambos igual de polvorientos y repletos de basura, en el primero de alimentos, vasos, platos, caguamas vacías y una medio llena; Antonio se encuentra cagando en el segundo, dominio de las camisas, calzoncillos, pantalones, libros y cobijas; Juan Carlos, como trae llave, entra sin tocar pues gusta de torcer a Antonio en sus fechorías, Antonio le avienta un pedazo de papel y Juan Carlos comienza a empinarse la semicaguama de la mesa, repasa una que otra teoría para exponerla en la clase siguiente, desde el otro cuarto grita: ¡Toño! ¿ya terminaste?, por qué no fuiste a la reunión. ¡Bah!, tengo cosas más importantes, presta mi kigua, las cosas se piden, en esta sociedad por algo existe la cortesía, las normas y los rituales, no somos caníbales, replica Antonio después de abandonar el baño. ¡Futa! cómo hueles a cheve ¿cuántas llevas?. ¿Qué, me vas a decir que soy un alcohólico? ¿y qué? escucha, hay una fiesta aquí dentro, Antonio se toca la cabeza con el dedo, y sigue y sigue y sigue, ja, ja, Antonio cambia de actitud y abraza a Juan Carlos, algo escamado por el delirium de su compañero. ¡Hey, no te me frikees! tenemos que aprender a convivir, salud ¿quién estuvo en tu reunión?. Federico, Silvano, Julia, Silvia, Esther, un morro de Topografía y varias morras de Socio, van a haber varios partys en la tarde. ¿Dónde?. Uno con los Titos, otro en los depas y nos invitaron a una reunioncilla en el depa de las Julias y las Susanas ¿a dónde vas a ir, Toño?/No sé, por ahí nos vemos al rato, Toño sale con los libros bajo el brazo y otro trago de cerveza en el buche, Juan Carlos se acuesta en un catre, decidido a dormir un poco, está a punto de perder el conocimiento cuando lo sobresaltan tocando a la puerta José y Fabián, quienes llegan en su visita diaria porque el departamento de Antonio es como hotel de paso para todo mundo, una vez se le ocurrió prestar la llave a quién sabe quién y empezaron a aparecer copias en los bolsillos de media Facultad, ahora se usa el depa para todo: fiestas, borracheras, amigas, estudio (lo más raro), como centro de operaciones a toda hora, ya sea madrugada, tarde o noche.
Fabián y José convencen a Juan Carlos de ir por más cerveza, sobre todo José conocido ebrio consuetudinario siempre con su pacha en el morral. Ya en la tienda Juan Carlos se les escapa y regresa a la Facultad, más descansado a pesar de los sobresaltos, hoy amaneció en el depa de otro compañero, se acerca a un teléfono y llama a su casa, a sus padres. Hace tres días que no se para por allá y decide reportarse. ¿Cómo están?... ando estudiando... haciendo mi trabajo... sí, mucho trabajo... con unos compañeros. Pensando, después de colgar el auricular, Juan Carlos decide ir esa misma tarde a su casa aunque de baño, camisa y pantalón no hay problema. "Me baño en el depa de Antonio, traigo camisa prestada y a la mezclilla del pantalón casi no se le nota lo sucio, pero la ropa interior ya urge, después de la clase me tiendo al cantón por baño y cambio, sirve que veo a mis jefes".

Durante la clase en la tarde, bastante mal llevada por un maestro que debería estar embutido en el Centro de Educación Especial más refundido de la ciudad, Juan Carlos se entretiene contradiciendo, confundiendo y teorizando, sabe que es inútil, sus compañeros se graduarán, titularán, casarán, trabajarán, engordarán y tendrán hijos, adquirirán casa de interés social, los más afortunados por su herencia y ascendencia ya tendrán su puesto asegurado en la empresa de papá o de los amigos de papá, por lo cual lo que él dice será sólo la nota curiosa de un amigo medio loco, allá en los tiempos de la Universidad, o el amante idealista de alguna de las persignadas condiscípulas, permisible como la masturbación de una monja. También se entretiene inventándose historias sobre sus compañeros, reclinados sobre los apuntes, sin siquiera verse las caras ni conocerse como personas, sólo como el que sigue en la lista o la posible alianza a la hora de protestar una calificación o un sistema de evaluación, pero a fin de cuentas aprender y enseñar no es importante, sino sólo aparentarlo, ya que en las instituciones que dan cabida a los egresados lo que cuenta no es trabajar, sino la apariencia de trabajo, el perfecto sistema educativo: que te preparen exactamente para la tarea que vas a desempeñar cuando egreses, además no tiene por qué importarles, cada quien a cada cual, ni que a él le aguardara un futuro muy prometedor, ni que se lo estuviera forjando, más bien ni piensa en eso, está muy entretenido para tanto, por lo pronto sólo basta el día de hoy, "una visión del vacío desde el frenesí del presente", suele pensar. En fin, de una cosa está seguro: tiene que cambiarse de calzoncillos y calcetines.

Antes de salir de clases lucha un rato por evadir a Dalila, una nefasta compañera demasiado insistente en acompañarle y darle aventón (en realidad quiere que él le dé unos empujones, pero pélvicos), casi está a punto de lograr su propósito cuando Juan Carlos alcanza a distinguir a un conocido y pedirle dinero para el taxi, porque aparte de sentirla un tanto repulsiva, más bien se siente sobreestimado por la excesiva disposición de ella, como que lo cree la gran cosa cuando no es así y no es que no le guste apantallar, sino que le gusta, pero no con ella, Juan Carlos se ríe pensando que si ella le ignorara a lo mejor y hasta empezaba a gustarle.

Ya en la calle transportarse es fácil, cuando no hay aventones o dinero para taxis, la credencial de estudiante asegura movilidad a un costo mínimo y en caso extremo, Juan Carlos está bastante curtido para caminatas largas, le gusta deambular por toda la ciudad a cualquier hora del día o de la noche. Antes de tomar el taxi, punzadas intestinales le recuerdan el apremio del hambre y entra a un supermercado cercano donde preparan comida con los comestibles que aún están digeribles, pero de los cuales deben deshacerse pronto para que no se echen a perder, así preparan comida muy barata que venden en vasos de plástico. Juan Carlos usa el truco de casi llenar su vaso con la mejor comida que encuentra y recubrirla con una ligera capa de la más barata. Una vez comido y con poco dinero en el bolsillo, opta por tomar el autobús.

Al llegar a su casa, Juan Carlos se toma dos horas para convivir con sus padres y sus dos hermanos menores que están en la Prepa, toma un baño, se cambia de ropa y vuelve a salir, ya es de noche y pasa por otro compañero, Manuel Orozco, que vive en el mismo barrio, para que lo acompañe a la fiesta en el departamento de los Titos, una pareja de hermanos homosexuales venidos de otra ciudad del estado para estudiar. El Orozco está alistándose para salir cuando llega Juan Carlos. ¡Quiobo Orozco! ¿vas con los Titos?. Ajá. Dame raite ¿no?. Salen en el destartalado Maverick de Manuel, razón principal para ir a visitarlo. ¿Y tú cómo te enteraste de lo de los Titos?, pregunta Juan Carlos. Pss, Pss, ya ves, todo se sabe, me dijeron unos compas de Ingeniería, no, tú no los conoces, me los encontré en la cafetería del Pepe. ¿Y en la escuela nadie te dijo nada?. No fui, anduve todo el día ocupadón. ¿Con la Myrna?. No, éso ya estuvo, otra morrita. ¿Quién?. ¡Qué te importa! grita El Orozco. Nomás pá saber en qué terreno andamos, cabrón. Ya pues, una carnala del Oso ¿cómo que cuál?, el Oso, baboso, pos cual, el de las nalgotas. ¡Ah, órale! ¿una de pelo chino cortito?. Ajá. ¿Que parece como que no ha cogido?. Parecía, dice sonriente El Orozco. ¡Ah, pinche robacunas! nomás te la curas, tá bien, aguanta la nalguita, comenta Juan Carlos para después contemplar el desfile de faroles en el boulevard, mientras se dirigen a con los Titos.

Después de atravesar media ciudad en el automóvil del Orozco, llegan al famoso depa de los Titos.- Pérate Meño, todavía no te estaciones, deja guacho qué carros hay, a ver, ahí está el pick up del Negro, el vocho del Gallardo, ya llegó razilla.- Pos si ya son las diez mijo.- ¿Nos bajamos?- Ya vas Barrabás, futa, cómo huele a mota.- ¿Dónde, dónde?- Allí, viene de ése carro.- ¡Quiobo cabroncitos! ¡móchense!Del interior del automóvil le alargan un cigarrillo de mariguana a Juan Carlos, quien le pega una larga chupada.- Mmmmh, mj, mj.- Nel, yo no le entro Juan Carlos, soy santito.- Mj, mj.- ¡Uy, no me ruegues tanto! mmmmh, mj, mj.- Mj, mj.- ¡Ahhh!.- ¡Ahhh!.- Nomás los olimos y dijimos: los Titos.- ¡Ya, ya! presta pa cá la chora Meño, replica una voz desde el interior del auto.Los Titos, les dicen Tito One y Tito Two para distinguirlos, salen del automóvil, el Tito One arrebata el cigarro de manos del Orozco.- ¡Uyuyuy, andan desesperados!, comenta El Orozco.- ¿Y el Toño?, pregunta el Tito One.- No sé, pregúntale aquí a Mr. Juan Carlos que es su camote.- ¡Ah! ¿a poco?.- Nel, nomás somos compas. Meño caéle... ¡cabrón! este güey sí se lo toma en serio, ¿no ves que anda sobres?- ¡Ja, ja, aquí va a haber un drama pasional! ¡ése mi Tito One, no se me desespere que ahorita le llega su camo!.- Ash, Juan Carlos ¿por qué tienes amigos tan estúpidos?.- ¡Ya, ya! no te agüites Tito One ¿entramos Juanca?.- Sobres, nos guachamos al rato... ¡ah, pinche Meño! ya ni la chingas, capaz que este güey se la cree y luego me anda echando los perros, no te la cures que es en serio, pélame güey.- ¡Ejejey! ¡ahí está la carnalilla del Oso! ¿sabes qué? ahí nos vidrios Juanca, le voy a llegar.- Oye, presenta.- Nombre, ni que no te conociera las mañas, al rato, ¡¿qué onda morra, con quién vienes?! ¡Ah, qué ondas Oso, simón, yo te la cuido.

Desamparado enmedio de la escena por quien se dice su compa, Juan Carlos deambula por las dos espaciosas habitaciones del depa de los Titos, adivinando entre la espesa neblina producida por los cigarrillos e influjos de la yerba los rostros, voces y traseros de conocidos y conocidas. El lugar está saturado de jóvenes e incluso profesores que vienen y van en cauces fluyendo de un cuarto a otro, compartiendo cigarrillos, cerveza, compañeros de baile, gustos y disgustos. Un estéreo desde la esquina del primer cuarto ameniza con rock gabacho de los sesentas, desarrollando el baile al centro de la habitación, cuando una joven se monta en los hombros de un profesor y cambia el foco del techo por uno rojo, resultando la grata atmósfera congalera, "para que se sientan como en casa, bola de putos y putas", salpicando cerveza se derrumban jinete y montura, entre risas y gritos. La segunda habitación es más íntima, parejas, tercios y otras composiciones múltiples se revuelven en un rumor de besos, chasquidos, glogloteos, aspiradas, eructos, caricias, risas, grititos, abrazos, nudos y sacudidas.

De alguna esquina extienden un vaso con tequila a Juan Carlos, él lo toma de golpe y se sienta a departir, quien le ofreció tequila es otro camarada de Juan Carlos que se encuentra con una chava de los primeros semestres, morra boba pero bien buena, acabadita de salir de la Prepa, Juan Carlos los mira conversar, "fascinación" surge la palabra en la sonrisa oculta de Juan Carlos, alguna vez vió en la televisión cómo los pájaros son suceptibles de hipnotizarse con cierta combinación de estímulos, varias veces Juan Carlos hizo el juego con pajarillos, poniéndoles el dedo índice enfrente del pico, las aves se quedaban quietecitas y se las podía dejar así por unos minutos sin tener que agarrarlas ni retenerlas, solitas se quedaban fascinadas con el dedo, le decían fascinación por darse entre animales, de seguro para no ofender a los humanos, en cuyo caso hablaban de hipnosis. El caso es que el amigo de Juan Carlos tenía "fascinada" a la primeriza, apantallándola con los clásicos rollos de la reencarnación, los chakras, el naturismo, la música alternativa y el cine de vanguardia; para no quedarse atrás, Juan Carlos se entremete en la plática disertando sobre la situación nacional según el último análisis filosófico, la caída del muro de Berlín, las riquezas y abusos ecológicos en el estado, las drogas alucinógenas, hasta que el otro joven le corta la onda bruscamente para llevarse a la chava al otro cuarto dizque por limón y sal. Je, je, se ríe para sus adentros Juan Carlos, que se me hace que ya mero le capeaba la morra, nomás que llegué yo y casi casi se la bajo, lo que este cabrón no sabe es que éstas primerizas a veces no lo son tanto o se hacen cabroncitas después, al rato capaz que me lo hace un desgarriate sentimental a mi compa, je, je "La venganza de las vírgenes", próximo estreno. En eso se oye un ruidajo en el primer cuarto y Juan Carlos se levanta para ir de metiche.
Antonio ha llegado, está bastante ebrio y lanza imprecaciones a diestra y siniestra, improvisando un slam, bueno, éso ya es costumbre, Juan Carlos se acerca, Antonio viene con Julia y Susana, llegaron en el carro de Susa, también trae al Tito One colgado del cuello, pero Susana que hace rato le trae ganas al Toño, arranca al Tito One cual si despegara un pedazo de tape, la Susa mide casi dos metros y es levantapesas, el Tito One termina de cabeza junto a unas botellas de caguama, el Tito Two empieza a gritarles que se larguen, el Tito One se levanta y Susana lo vuelve a sentar de un patín en el pecho, ahora todos los asistentes les gritan que se vayan. Julia ve a Juan Carlos y le grita ¡Juan Carlos, ayúdame a sacarlo de aquí, vámonos al depa!. Juan Carlos siente la patada del tequila y también grita, ¡qué traen con mi compa!, ¡caele Toño, vámonos a la chingada de aquí!, házme el paro Susana, vámonos morras. Se van los cuatro mientras el Tito One aúlla, precavidamente instalado en la parte contraria del cuarto ¡pinche morra lesbiana, puta!. Salen del cuarto y llegan al carro de Susana, arrancan y se dirigen al depa de las morras, en el camino se paran para que Antonio vomite, "deveras que se puso bien grave", las morras se lo encontraron ya entrado, camino con los Titos y lo levantaron, después le estuvieron dando brandy al Toño, por eso cuando llegó al depa de los Titos le tronó el coco. Prosiguen rumbo al depa de la Julia y la Susana; Antonio y Susana vienen en el asiento trasero, Antonio viene ya bien rolado, Julia conduce con Juan Carlos a un lado, llegan al Depa y entre los tres ayudan a Toño medio despierto a bajarse del carro, al entrar en el depa lo dejan acostado en el sofá de la sala, luego se ponen a pistear en la mesita del comedor, entre continuas referencias preocupadas de Susana sobre el estado de Antonio ¡qué bárbaro, se puso bien grave, miren nomás cómo ronca!. Empiezan a platicar de lo sucedido con los Titos, se ríen estrepitosamente cada vez que comentan los madrazos que le plantó la Susa al Tito One, se ponen más ebrios y deciden bailar, prenden el estéreo con un pop comercial, mientras bailan, Juan Carlos parodia al Tito, abrazando a Susana ¡Toño, Toño, mijo, papasote! la Susa le mete un codazo en la panza a Juan Carlos y se ríe junto con Julia del dolor de Juan Carlos ¡ya pues, tá bueno, no te agüites Susa!. Antonio se despierta ¡qué onda! ¿cuándo llegamos?/¡uuuuuy!/ orita vengo, voy al baño/¿va a vomitar otra vez?/nel, yo creo que va a lavarse la boca/¡que no agarre mi cepillo!/ nel, siempre trae el suyo en la bolsa/ ¿ah?/ simón, siempre traemos uno, quién sabe dónde despertemos mañana, hay que estar precavidos; Antonio regresa y siguen bailando, voy a poner música más calmada, Julia pone un cassette de románticas bastante intencionadamente, empiezan a bailar abrazados, la Susa agarra al Toño y Julia al Juan Carlos; para no perder el tiempo, Juan Carlos lleva a Julia contra la pared y empieza a besarla, luego se van resbalando lateralmente en dirección a la recámara más cercana, se meten al cuarto y Juan Carlos empieza a quitarle la ropa, desnudos sobre la cama comienzan a acariciarse cuando entra Toño, quien ataca los pezones de Julia mientras Juan Carlos actúa en la boca, Julia hace como que no pero sí, en eso están cuando entra Susana para jalar a Antonio a su recámara, se lo lleva y ahora es Juan Carlos el que llega cuando están desnudos y empieza a besuquear a Susana, atrás entra Julia y se prende de Juan Carlos, los cuatro se prenden y retuercen en un amasijo de piernas, brazos nalgas, cabello y sudor, se besan, apoyan, salpican, intercambian, entrechocan y vuelven a repetir sus trabajos.

Julia es la primera en despertar, sale del cuarto e ingresa al baño, allí la alcanza Antonio para turnarse en el retrete, después hacen el amor de nuevo; Susana y Juan Carlos también despiertan y hacen lo propio en la recámara, acto seguido del acto todos se bañan, visten y pasan a la cocina a prepararse el desayuno, ya se dieron cuenta de que son casi las nueve. Se sientan los cuatro a la mesa a desayunar, como una bonita familia, toc, toc, ¿quién sera? pregunta Susana antes de abrir la puerta. Aparece uno de los Profes de Julia diciendo ¿está Julia?. ¡Chin! murmura Julia, Antonio y Juan Carlos saludan al Profe desde la mesa, Julia se levanta y habla con el Profe afuera del depa, Juan Carlos y Antonio se miran sonriendo, el Profe se va y Julia regresa como que bien agüitada, cuando ve que Antonio y Juan Carlos no hacen comentarios al respecto, sigue comiendo y conversando como si nada hubiera pasado. Después de comer y fumar cigarrillos, Juan Carlos y Antonio se levantan, ya nos vamos morras, tenemos que ir a la Facultad, se despiden con besos. Ya en la calle, Juan Carlos y Toño platican en lo que llegan a la parada del camión. ¿Guachaste Toño, guachaste la cara que puso el Profe?. Pss, ésas morras son ninfómanas, simón, son niñas sin amor, pobrecitas, compréndelas Juan Carlos, ¡juar, juar!.

El autobús que Juan Carlos y Toño abordan los lleva al centro de la ciudad, ahí se separan, Toño agarra para la biblioteca pública y Juan Carlos para la Facultad en otro camión, en el camino se acuerda del volante que se comprometió a elaborar y se pone a redactarlo mentalmente, cuando llega a la Facultad se mete a la biblioteca, pide papel y pluma a una de las nerdas que ahí se la llevan y hace el boceto, después entra a una clase a la que no le gusta faltar porque ésa sí se pone interesante, el Profesor es exigente y también a él se le puede exigir, en ésa clase nadie se aburre, todos están atentos, ahí no se vale echarle montón al Profe para que cambie las calificaciones o el sistema de evaluación, los que no estudian, no participan y no hacen los trabajos, se chingan, parejo, sin favoritismos, le vale madre tronar grupos aunque le echen grilla, su capacidad académica lo respalda, pá lo que pagan en la Universidad. Juan Carlos no se preocupa, durante las vacaciones se entretuvo leyendo el libro de texto para la materia, así que ya no necesita estudiar mucho para participar y responder preguntas; a su espalda, los compañeros hacen comentarios sobre su aspecto:- Mírenlo, mírenlo, anda crudo.- Dicen que ayer armó un desmadre con los Titos.- A mí se me hace que anda en drogas.- Está loco ése cabrón.- Oye Aurelia, pregúntale a ver si él puede resolver el problema que nos dejaron de tarea.- Oye Juan Carlos ¿te sabes lo que dejaron de tarea?- ¿Eh? ¡ah, simón! guacha: así, así y así.- Tenkiu.- De nada.- ¿Vas a ir a la junta del Comité?.- ¿A qué hora es?.- Ahorita, ya.- ¡Ah! pos ahí nos vemos, sobres Aurelia.

En la reunión del Comité, Juan Carlos presenta el boceto del volante, todos lo aprueban y siguen checando los detalles de la organización del evento, que si el salón audiovisual está disponible, que la cooperacha para reproducir el volante, que los ponentes, que las mantas, que si fuiste con los Titos, pregúntale al Juan Carlos, ¡juar, juar! ¿es cierto que el Toño se puso bien loco? nel, ése güey así nació. El día sigue, es el mismo de ayer o antier porque nunca ha terminado, Juan Carlos está acostumbrado a nadar en la corriente del presente, a dormir poco, a vivir con sueño, a soñar con la vida transcurriendo en un continuo de conciencia sin fin, ni reposo, hasta exprimir el último cacho de energía restante. Cuando me muera ni cuenta me voy a dar, piensa Juan Carlos.